Over the past weeks, in our country we have been dealing with the reality of violence and hate in our society. We have seen the culture of death manifested in El Paso, in Dayton, and in too many other places. This situation is the antithesis of the Kingdom of God. I know that I feel practically powerless to address such evil, except to call it for what it is and to renounce it and all that accompanies it. It is what we promise to do in our baptismal vows: "Do you reject Satan? I do. And all his works? I do. And all his empty promises? I do."
Along with the rejection of the culture of death, I also must profess confidence in a civilization of love founded on the Gospel of Jesus Christ. This profession is the positive side of our baptismal promises. Last weekend in a very different setting, I felt the transforming power of mercy, gentleness, and love. I was involved in a gathering of the Entering Canaan program for women experiencing hope and healing after abortion, which is itself another manifestation of the culture of death. The peace and grace of God is so evident in these woman, who have found mercy after years of fear, guilt, and shame. This gathering was so gentle. It gave me hope.
Please resolve to embrace and build a civilization of love in your homes, in your hearts, and everywhere you go. Do not return evil for evil. Let love triumph.
Faithfully,
Fr. Baker
En las últimas semanas, en nuestro país hemos estado lidiando con la realidad de la violencia y el odio en nuestra sociedad. Hemos visto la cultura de la muerte manifestada en El Paso, en Dayton y en muchos otros lugares. Esta situación es lo opuesto al Reino de Dios. Sé que me siento prácticamente impotente para enfrentar ese mal, excepto para llamarlo por lo que es y renunciar a él y todo lo que lo acompaña. Es lo que prometemos hacer en nuestros votos bautismales: "¿Renuncias a Satanás? Sí renuncio. ¿Y todas sus obras? Sí renuncio. ¿Y todas sus promesas vacías? Sí renuncio".
Junto con el rechazo de la cultura de la muerte, también debo profesar confianza en una civilización del amor fundada en el Evangelio de Jesucristo. Esta profesión es el lado positivo de nuestras promesas bautismales. El fin de semana pasado en un entorno muy diferente, sentí el poder transformador de la misericordia, la gentileza y el amor. Participé en una reunión del programa Entering Canaan (Entrando a Canaan) para mujeres que experimentan esperanza y sanación después del aborto, que es otra manifestación de la cultura de la muerte. La paz y la gracia de Dios es tan evidente en estas mujeres, que han encontrado misericordia después de años de miedo, culpa y vergüenza. Esta reunión fue muy gentil. Me dio esperanza.
Por favor, decídase a abrazar y construir una civilización de amor en sus hogares, en sus corazones y donde quiera que vaya. No devuelvas mal por mal. Deja que el amor triunfe.
Fielmente,
el P. Baker