The direction of Christian discipleship is one way: the way of the Lord Jesus Christ. Once we have set out on the religious, spiritual, and moral journey of following Jesus, there is no off-ramp, turning around, or even stopping. How could there be? Jesus is on the move! He is always leading us closer and closer to God. If other things get in the way, we have to let them go. We have to keep going with Jesus.
Our readings this Sunday show us the radical nature of the call to discipleship. In the first reading, we hear about prudence, which is to have the mind of Christ: to see and value things as He does. In the second reading, the word of God is described as "sharper than any two-edged sword" in penetrating our hearts. In the Gospel, the young man who comes to Jesus wants to follow him -- but only up to a point. He does not see the obstacle that his possessions are for him as a disciple of Jesus, and he refuses to let them go when challenged to do so by the Lord. He goes away sad.
The lesson is never to say "no" to Jesus, whatever He asks of you. Rather, follow the advice -- and the example -- of the Blessed Virgin Mary: "Do whatever He tells you."
Faithfully,
Fr. Baker
La dirección del discipulado cristiano es un camino: El camino del Señor Jesucristo. Una vez que nos hemos fijado en el camino religioso, espiritual y moral de seguir a Jesús, no hay rampa, dar la vuelta, o incluso parar. ¿Cómo podría haber? ¡Jesús está en movimiento! Él siempre nos lleva más cerca y más cerca de Dios. Si otras cosas se van a poner en camino, tenemos que dejarlas ir. Tenemos que seguir con Jesús.
Nuestras lecturas de este domingo nos muestran la naturaleza radical del llamado al discipulado. En la primera lectura, escuchamos acerca de la prudencia, que es tener la mente de Cristo: Ver y valorar las cosas como Él lo hace. En la segunda lectura, la palabra de Dios es descrita como «más afilada que cualquier espada de dos filos» al penetrar nuestros corazones. En el Evangelio, el joven que viene a Jesús quiere seguirlo, pero sólo hasta cierto punto. Él no ve el obstáculo que sus posesiones son para él como discípulo de Jesús, y se niega a dejarlas ir cuando el Señor lo desafía a hacerlo. Se va triste.
La lección es nunca decir "no" a Jesús, lo que Sea que Él te pida. Más bien, sigue el consejo, y el ejemplo, de la Santísima Virgen María: "Haz lo que Él te diga".
Fielmente,
El p. Baker