Dear Fellow Disciples,
In Jesus’ day, a banquet was a way to show off wealth. Having a bounty of food for the guests showed that you were a person of means. They also displayed one’s social standing, especially since they were too large to hold indoors. Everyone could see who was in attendance. Important guests indicated that the host was also important. And these guests were given a good seat, so they could see and be seen.
In turn, it was expected that these important guests would return the favor and invite the hosts to their homes. In doing so both host and guest would be honored again. And so the cycle continued.
The poor and disadvantaged had no place in this way of doing things. They would not bring status to the host who invited them. And they certainly couldn’t repay the favor. So those who had little were left on the outside of the banquet, looking in.
Jesus invites all of us to his banquet. In fact he always seems to go out of his way to bring in those who are on the fringes of society. We are all important guests. In the same way, we must follow his example and reach out to those who seem to be left out or pushed aside, whether in our families, our communities, or our churches.
Reflection Questions to help us assessing our way of discipleship:
Queridos compañeros discípulos,
En los días de Jesús, un banquete era una forma de mostrar la riqueza. Tener una gran cantidad de comida para los invitados demostraba que eras una persona de recursos. También mostraban la posición social de una persona ya que los banquetes eran demasiado grandes para mantenerlos en el interior de una vivienda. Todos podían ver quién estaba presente. Los invitados importantes indicaban que el anfitrión también era importante. Y a estos invitados se les daba un buen asiento, para que pudieran ver y ser vistos.
A su vez, se esperaba que estos importantes invitados devolvieran el favor e invitaran a los anfitriones a sus casas. Al hacerlo, tanto el anfitrión como el invitado serían honrados nuevamente. Y así continuaba el ciclo. Los pobres y desfavorecidos no tenían cabida en esta forma de hacer las cosas. No traerían estatus al anfitrión que los invitaba. Y ciertamente no podrían devolver el favor. Así que los que tenían poco se quedaban afuera del banquete, mirando hacia adentro.
Jesús nos invita a todos a su banquete. De hecho, siempre parece hacer todo lo posible para atraer a aquellos que están al margen de la sociedad. Todos somos invitados importantes. De la misma manera, debemos seguir su ejemplo y llegar a aquellos que parecen estar excluidos o apartados, ya sea en nuestras familias, nuestras comunidades o nuestras iglesias.
Preguntas de reflexión para ayudarnos a evaluar nuestra forma de discipulado: