Dear Fellow Disciples,
To serve the Kingdom of God implies that the servant, minister, has the conscience that he or she is just a servant, a minister of God. Our decision to accept the call and embark in discipleship is free. It can't have expectations of rewards or worldly honors. "We are just servants, and have done just our duties". This is the attitude of a real servant of God's kingdom.
The parable of today's Gospel aims to respond to certain wrong tendencies amongst the leaders of the communities. There were some leaders who would give excessive importance to the themselves. To the point that they consider themselves superior to their brothers and sisters in the faith. Others would imitate the behavior of the masters of the law and demanded places of honor and special treatments. Some others, claimed for themselves the right to be served as lords of the others.
Jesus reproaches this mentality calling attention to the real and evangelical behavior to be cultivated among those called to lead. The first place must be occupied by lady humility. Followed by the conscience of being at the service of the community. Even when they are called to preside, they are servants.
An important element in serving God's kingdom is to know that we are just collaborators with God, in His work. This is a great dignity.
Let us ask the Lord the humility to serve in whatever position God and the Church calls us to serve and the courage to lead in God's name with His heart and mind, starting at our homes, the domestic church.
Queridos Compañeros Discípulos,
Servir al Reino de Dios implica que el siervo, el ministro, tenga la conciencia de que es sólo un siervo, un ministro de Dios.
Nuestra decisión de aceptar el llamado y embarcarnos en el discipulado es libre. No se puede tener expectativas de recompensas u honores mundanos. "Somos solo sirvientes, y hemos cumplido con nuestros deberes". Esta es la actitud de un verdadero siervo del reino de Dios.
La parábola del evangelio de hoy pretende responder a ciertas malas tendencias entre los líderes de las comunidades. Había algunos líderes que le daban una importancia excesiva a sí mismos. Hasta el punto de que se consideraban superiores a sus hermanos y hermanas en la fe. Otros imitaban el comportamiento de los maestros de la ley y exigían lugares de honor y tratos especiales. Algunos otros reclamaban para sí el derecho de ser servidos como señores de los demás.
Jesús reprocha esta mentalidad llamando la atención sobre el comportamiento real y evangélico que se debe cultivar entre los llamados a liderar. El primer lugar debe ser ocupado por la señora humildad. Seguido de la conciencia de estar al servicio de la comunidad. Incluso cuando son llamados a presidir, son servidores. Un elemento importante para servir al reino de Dios es saber que somos simplemente colaboradores de Dios en Su obra. Esta es una gran dignidad.
Pidámosle al Señor la humildad para servir en cualquier puesto que Dios y la Iglesia nos llamen a servir y el valor para liderar en el nombre de Dios con Su corazón y Su mente, comenzando por nuestros hogares, la iglesia doméstica.
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