Dear Fellow Disciples,
“Behold, I proclaim to you good news of great joy that will be for all people. For today in the city of David a savior has been born for you who is Christ and Lord” (Luke 2:10-11). These words of the angel to the shepherds on the night of the Nativity are, as the angel said, “for all people,” including us. They bring us joy and hope. God entered our history. He became Emmanuel, God-with-us (cf. Isaiah 7:14). “The Word became flesh and dwelt among us” (John 1:14).
Out of love, God united Himself to us in order to communicate His life to us, to save us from sin and death. He opened for us the road to heaven by coming down and assuming our human nature so that we might share in His divine life.
The great gift of Christmas is Jesus. He is God’s gift to us: the gift of Himself. He took on our humanity to give His divinity to us. This is the most amazing truth of our faith. It was never imagined that God would become man. The Incarnation was beyond any human expectation. When we contemplate the mystery of Christmas, we become like the shepherds and magi: All we can do is approach the mystery in adoration, with wonder and awe. We sing: “O come let us adore Him.” I hope you will spend time during these days to contemplate the mystery of Christmas, to meditate on the Nativity of Jesus and the gift of Himself to you and to your family.
At Christmas, in prayerful adoration before the Christmas crèche, let us contemplate with Mary and Joseph the infant in the manger, the Word made flesh, Jesus our Savior. May we experience the true joy of Christmas and transmit this joy with acts of kindness, forgiveness and generosity to all those who are in need, who are suffering or hurting, or who are struggling.
St. Joseph was a tender and loving father who shows us the tender love of God our Father. We ask him to intercede for us and for the Church, especially during this post pandemic, when many of us are struggling to get their lives back. We ask him to help us to live in God’s grace.
At Christmas Masses, I will entrust our Parish, to St. Joseph, imploring his protection and his intercession that we may follow his example of faith and love, especially as we embark in this campaign for the development of our campus and ministry. I will include the following prayer written by Pope Francis for the Year of Saint Joseph:
Hail, Guardian of the Redeemer, Spouse of the Blessed Virgin Mary. To you God entrusted his only Son; in you Mary placed her trust; with you Christ became man. Blessed Joseph, to us too, show yourself a father and guide us to the path of life. Obtain for us grace, mercy and courage, and defend us from every evil. Amen.
May God grant all of you a Blessed and Merry Christmas!
Queridos compañeros discípulos,
“He aquí, os proclamo buenas nuevas de gran gozo que será para todos los pueblos. Porque hoy os ha nacido en la ciudad de David un salvador que es Cristo y Señor” (Lucas 2, 10-11).
Estas palabras del ángel a los pastores en la noche de la Navidad son, como dijo el ángel, “para todos los pueblos”, incluidos nosotros. Nos traen alegría y esperanza. Dios entró en nuestra historia. Se convirtió en Emanuel, Dioscon- nosotros (cf. Isaías 7,14). “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). Por amor, Dios se unió a nosotros para comunicarnos su vida, para salvarnos del pecado y de la muerte. Él abrió para nosotros el camino al cielo al descender y asumir nuestra naturaleza humana para que pudiéramos compartir Su vida divina.
El gran regalo de la Navidad es Jesús. Él es el regalo de Dios para nosotros: el regalo de sí mismo. Él tomó nuestra humanidad para darnos Su divinidad. Esta es la verdad más asombrosa de nuestra fe. Nadie nunca imaginó que Dios se haría hombre. La Encarnación estaba más allá de cualquier expectativa humana. Cuando contemplamos el misterio de la Navidad, nos volvemos como los pastores y los magos: todo lo que podemos hacer es acercarnos al misterio en adoración, con asombro y admiración. Cantamos: “Venid, adorémosle”. Espero que dediquen tiempo durante estos días a contemplar el misterio de la Navidad, a meditar sobre la Natividad de Jesús y el don de sí mismo para ustedes y su familia.
En Navidad, en adoración ante el pesebre, contemplemos con María y José al niño en el pesebre, el Verbo hecho carne, Jesús nuestro Salvador. Que experimentemos la verdadera alegría de la Navidad y transmitamos esta alegría con actos de bondad, perdón y generosidad a todos aquellos que están en necesidad, que están angustiados o sufriendo, o que están luchando por algo.
San José fue un padre tierno y amoroso que nos muestra el tierno amor de Dios nuestro Padre. Le pedimos que interceda por nosotros y por la Iglesia, especialmente durante esta post pandemia, cuando muchos de nosotros estamos luchando por recuperar nuestras vidas. Le pedimos que nos ayude a vivir en la gracia de Dios.
En las Misas de Navidad, confiaré nuestra Parroquia a San José, implorando su protección y su intercesión para que podamos seguir su ejemplo de fe y amor, especialmente al embarcarnos en esta campaña para el desarrollo de nuestro campus y ministerio.
Incluiré la siguiente oración escrita por el Papa Francisco para el Año de San José:
Salve, Custodia del Redentor, Esposo de la Santísima Virgen María. A ti Dios encomendó a su único Hijo; en ti María puso su confianza; contigo Cristo se hizo hombre. Beato José, a nosotros también, muéstrate como padre y guíanos por el camino de la vida. Danos la gracia, la misericordia y el valor, y defiéndenos de todo mal. Amén.
¡Que Dios les conceda a todos una Bendecida y Feliz Navidad!
BACK TO LIST