The Solidarity of the Master

02-11-2024Weekly ReflectionFr. Chris Nunes

Dear Fellow Disciples, peace.

Jesus teaches solidarity with concrete actions, not with abstract discourses. It was up to the disciples to assimilate the message to practice it later.

The scene of the leper is typical in Jesus' life. The man on his knees declares, "If you want I can be cleaned!". This gives Jesus the chance to make public the desire he has in his heart. Jesus' desire is unanticipated by the leper's declaration. For in fact, Jesus desires to heal everyone from all their infirmities and doing so give back to them the joy of life.

Something similar to this happens in the life of each disciple. The desire to help his neighbor is, or should be always, in his heart. He should not waste any opportunity to practice this desire, by doing good to all in need.

One who waits to be asked to help misses the point of Christian discipleship. It is as if virtue would act in us only by request. The true disciple is, like the Master, always available and ready to do good. He never wastes a chance to do good.

May the Holy Spirit inflame our hearts and our lives with this urgency to do good; to promote the encounter of others with the saving power of Jesus.


La Solidaridad del Maestro

Queridos discípulos, paz.

Jesús enseña solidaridad con acciones concretas, no con discursos abstractos. Correspondía a los discípulos entender el mensaje para practicarlo después.

La escena del leproso es típica de la vida de Jesús. El hombre de rodillas declara: "¡Si quieres, puedo limpiarme!". Esto le da a Jesús la oportunidad de hacer público el deseo que tiene en su corazón. El deseo de Jesús no está previsto en la declaración del leproso. De hecho, Jesús desea curar a todos de todas sus enfermedades y, al hacerlo, devolverles la alegría de la vida.

Algo parecido a esto sucede en la vida de cada discípulo. El deseo de ayudar al prójimo está, o debe estar siempre, en su corazón. No debe desperdiciar ninguna oportunidad de practicar este deseo, haciendo el bien a todos los necesitados.

Quien espera que le pidan ayuda no entiende el objetivo del discipulado Cristiano. Es como si la virtud actuara en nosotros sólo por petición. El verdadero discípulo está, como el Maestro, siempre disponible y dispuesto a hacer el bien. Nunca desperdicia la oportunidad de hacer el bien.

Que el Espíritu Santo encienda nuestros corazones y nuestras vidas con esta urgencia de hacer el bien; promover el encuentro con los demás con el poder salvador de Jesús.

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