A Different Kind of Food

08-18-2024Weekly ReflectionFr. Chris Nunes

Dear Fellow Disciples, peace.

As we journey through chapter 6 of the Gospel according to Saint John, we are brought to a deeper sense of the great gift God has given to us in the Most Holy Sacrament of the Eucharist.

We are in front of a gift, a mystery, a reality which surpasses our human understanding. In fact, only when we realize who the Giver is will we be able to understand and accept the Gift. The Giver is our Triune God who out of love for us does not desire our failure in discipleship but rather that we become like the image of the Son. The Gift is the Son himself who not only became one of us in the incarnation, in the proclaimed Word we hear in Church, He goes beyond and offers His own life (body and blood) as food for our journey in discipleship, remedy for immortality to heal our soul and broken heart and a pledge of eternal life.

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In what a wonderful way He does this for us. God who becomes a human person in the poverty of Bethlehem (the house of bread) staying faithful to his human origin offers Himself again to us in the poverty and simplicity of bread and wine, the most common food and drink of His time. Bread and Wine, fruit of the earth and the vine, and of the work of human hands, which become for us bread of life and drink of everlasting salvation.

We feed and drink on His flesh and blood, hidden in the consecrated bread and wine. Being nourished by His flesh and blood signifies our assimilation of His own life, of His way of life, as Son of God. "Christian become what you eat!" (St. Augustine), means that we, as Jesus' disciples are to become like Him, or another Him.

Our daily conversion, suggested by the 2nd Readings in the past few weeks, shown through a serious and committed discipleship will be the proof of the fruits of our communion with Him, especially with the Eucharist.

As a concrete act of love towards the Eucharist, prayerfully consider signing up for one hour of adoration weekly, during our Thursday-Friday Adoration. We really need adorers in order to keep this 24 hours of Adoration every week.

May the Holy Spirit enkindle our hearts for love of Our Eucharistic Lord.


Una Comida Diferente

Queridos discípulos, paz.

Al recorrer el capítulo 6 del Evangelio según San Juan, llegamos a un sentido más profundo del gran don que Dios nos ha dado en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía.

Estamos ante un don, un misterio, una realidad que supera nuestro entendimiento humano. De hecho, sólo cuando nos damos cuenta de quién es el Dador seremos capaces de entender y aceptar el Don. El Dador es nuestro Dios Trino que por amor a nosotros no desea nuestro fracaso en el discipulado sino que nos convirtamos en la imagen del Hijo. El Don es el Hijo mismo que no sólo se hizo uno de nosotros en la encarnación, en la Palabra proclamada que escuchamos en la Iglesia, sino que va más allá y ofrece Su propia vida (cuerpo y sangre) como alimento para nuestro camino en el discipulado, remedio para la inmortalidad para sanar nuestra alma y corazón roto y prenda de vida eterna.

De qué manera tan maravillosa lo hace por nosotros. Dios, que se hace hombre en la pobreza de Belén (la casa del pan), permaneciendo fiel a su origen humano, se nos ofrece de nuevo en la pobreza y sencillez del pan y del vino, la comida y la bebida más comunes de su tiempo. Pan y vino, fruto de la tierra y de la vid, y del trabajo de las manos humanas, que se convierten para nosotros en pan de vida y bebida de salvación eterna.

Nos alimentamos y bebemos de su carne y de su sangre, escondidas en el pan y en el vino consagrados. Alimentarnos con su carne y con su sangre significa nuestra asimilación de su propia vida, de su modo de vida, como Hijo de Dios. "Cristiano, hazte lo que comes" (San Agustín), significa que nosotros, como discípulos de Jesús, debemos llegar a ser como Él, o como otro Él.

Nuestra conversión diaria, sugerida por las 2ª Lecturas de las últimas semanas, manifestada a través de un discipulado serio y comprometido, será la prueba de los frutos de nuestra comunión con Él, especialmente con la Eucaristía. Como acto concreto de amor hacia la Eucaristía, considere en oración inscribirse para una hora de adoración semanal, durante nuestra Adoración de jueves y viernes. Realmente necesitamos adoradores para mantener estas 24 horas de Adoración cada semana.

Que el Espíritu Santo encienda nuestros corazones en el amor a Nuestro Señor Eucarístico.

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