Dear Fellow Disciples, peace.
In today’s Gospel, Jesus gives us one of the most challenging teachings of the Christian life: “Love your enemies, do good to those who hate you, bless those who curse you, and pray for those who mistreat you” (Luke 6:27-28). At first, this may seem impossible. How can we love those who hurt us? Yet, Jesus does not just ask us to do this—He shows us how. On the cross, He prayed for those who crucified Him: “Father, forgive them, for they do not know what they are doing” (Luke 23:34). This is the radical love to which we are called.
Jesus reminds us that it is easy to love those who love us, but Christian and a disciple's love goes beyond that—it is merciful, just as our Heavenly Father is merciful. This mercy is not weakness; it is strength, the strength to forgive, to break the cycle of hatred, and to bring healing to a broken world.
The Disciple is challenged to convert the way he or she loves. So today, let us ask ourselves: Is there someone in my life whom I need to forgive? Is there an enemy I need to pray for? May the grace of God help us to love as He loves, to forgive as He forgives, and to be true children of our merciful Father.
May the Holy Spirit help us to pray like this: "Lord, give us hearts like Yours—full of love, mercy, and forgiveness. Help us to love even when it is difficult so that we may reflect Your divine goodness in the world. Amen."
God Bless.
Fr. Chris
Queridos Discipulos, paz.
En el Evangelio de hoy, Jesús nos da una de las enseñanzas más desafiantes de la vida cristiana: “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen y orad por los que os maltratan” (Lucas 6:27-28). Al principio esto puede parecer imposible. ¿Cómo podemos amar a quienes nos lastiman? Sin embargo, Jesús no sólo nos pide que hagamos esto: nos muestra cómo. En la cruz, oró por quienes lo crucificaron: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Éste es el amor radical al que estamos llamados.
Jesús nos recuerda que es fácil amar a quienes nos aman, pero el amor cristiano y de discípulo va más allá: es misericordioso, así como nuestro Padre Celestial es misericordioso. Esta misericordia no es debilidad; es fuerza, la fuerza para perdonar, para romper el ciclo del odio y para sanar un mundo quebrantado.
El Discípulo es desafiado a convertirse en la forma en que ama. Así que hoy preguntémonos: ¿Hay alguien en mi vida a quien necesito perdonar? ¿Hay algún enemigo por el que necesito orar? Que la gracia de Dios nos ayude a amar como Él ama, a perdonar como Él perdona y a ser verdaderos hijos de nuestro Padre misericordioso.
Que el Espíritu Santo nos ayude a orar así: "Señor, danos corazones como el tuyo, llenos de amor, misericordia y perdón. Ayúdanos a amar incluso cuando es difícil para que podamos reflejar tu divina bondad en el mundo. Amén".
Dios los bendiga,
P. Chris
BACK TO LIST