Dear Fellow Disciples, peace.
In this Sunday's Gospel we witness Jesus healing a deaf man with a speech impediment. This passage is powerful in its simplicity, illustrating the compassion and healing power of Christ. Jesus takes the man aside, away from the crowd, away from distraction, and intimately engages with him. He touches the man's ears and tongue, looks up to heaven, and with a deep sigh, says, "Ephatha", meaning "be opened".
The healing here isn't just physical; it's a sign of the spiritual renewal that Jesus brings. The man's deafness and inability to speak symbolize the spiritual barriers that can separate us from God and each other, but Jesus opens what is closed. He opens our ears to hear the Word of God and our mouths to proclaim His goodness.
This Gospel reminds us that Jesus meets us where we are, in our weakness and struggles. He desires to heal us, to open our hearts and minds, so we can fully receive His love and share it with others. Let us allow Christ to touch us, heal us, and open us to the fullness of life in Him.
As we experience His healing, may we, like the people in the Gospel, be so amazed that we can't help but share the good news: "He has done all things well." And, as His disciples, bring His healing power to others.
May the Holy Spirit prepare our hearts and minds to be touched by the loving and powerful healing touch of Jesus.
Ha hecho todas las cosas bein
Queridos discípulos, paz.
En el Evangelio de este domingo somos testigos de cómo Jesús sana a un hombre sordo con un impedimento en el habla. Este pasaje es poderoso en su simplicidad, ilustrando la compasión y el poder sanador de Cristo. Jesús lleva al hombre aparte, lejos de la multitud, lejos de la distracción, y se relaciona íntimamente con él. Toca los oídos y la lengua del hombre, mira al cielo y con un profundo suspiro, dice: "Ephatha", que significa "ábrete".
La sanación aquí no es solo física; es una señal de la renovación espiritual que trae Jesús. La sordera del hombre y su incapacidad para hablar simbolizan las barreras espirituales que pueden separarnos de Dios y de los demás, pero Jesús abre lo que está cerrado. Abre nuestros oídos para escuchar la Palabra de Dios y nuestras bocas para proclamar Su bondad.
Este Evangelio nos recuerda que Jesús nos encuentra donde estamos, en nuestra debilidad y nuestras luchas. Él desea sanarnos, abrir nuestros corazones y mentes, para que podamos recibir plenamente su amor y compartirlo con los demás. Permitamos que Cristo nos toque, nos sane y nos abra a la plenitud de la vida en Él.
Al experimentar su sanación, que, como las personas del Evangelio, estemos tan asombrados que no podamos evitar compartir la buena noticia: "Él ha hecho todas las cosas bien". Y, como sus discípulos, llevemos su poder sanador a los demás.
Que el Espíritu Santo prepare nuestros corazones y mentes para ser tocados por el amoroso y poderoso toque sanador de Jesús.
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