Keeping Sunday Holy

08-02-2020Weekly ReflectionFr. John Sims Baker

It is understandable and reasonable that we have many fewer people at Mass these days. And yet, the Third Commandment is still the Word of God. Even though we do not have an obligation to attend Mass during this period covered by the bishop's dispensation, we do still need to keep holy the sabbath. We will need to be intentional about this, especially in families. Here are some helpful words from St. Pope John Paul II, from his Apostolic Letter Dies Domini -- The Day of the Lord:

"Sunday is a day which is at the very heart of the Christian life. From the beginning of my Pontificate, I have not ceased to repeat: "Do not be afraid! Open, open wide the doors to Christ!" In the same way, today I would strongly urge everyone to rediscover Sunday: Do not be afraid to give your time to Christ! Yes, let us open our time to Christ, that he may cast light upon it and give it direction. He is the One who knows the secret of time and the secret of eternity, and he gives us "his day" as an ever new gift of his love. The rediscovery of this day is a grace which we must implore, not only so that we may live the demands of faith to the full, but also so that we may respond concretely to the deepest human yearnings. Time given to Christ is never time lost, but is rather time gained, so that our relationships and indeed our whole life may become more profoundly human."

Faithfully,

Fr. Baker

Manteniendo la santidad del domingo

Es comprensible y razonable que tengamos muchas menos personas en Misa en estos días. Y sin embargo, el tercer mandamiento sigue siendo la Palabra de Dios. A pesar de que no tenemos la obligación de asistir a Misa durante este período cubierto por la dispensación del obispo, aún necesitamos santificar el Domingo. Tendremos que ser intencionales al respecto, especialmente en las familias. Aquí hay algunas palabras útiles de San Papa Juan Pablo II, de su Carta Apostólica Dies Domini El Día del Señor: --

"El domingo es un día en el corazón de la vida cristiana. Desde el comienzo de mi pontificado, no he dejado de repetir: "¡No tengan miedo! ¡Abran, abran de par en par las puertas a Cristo!" De la misma manera, hoy exhortaría a todos a redescubrir el domingo: ¡No tengan miedo de dar su tiempo a Cristo! Sí, abramos nuestro tiempo a Cristo, para que él pueda iluminarlo y darle dirección. Él es quien conoce el secreto del tiempo y el secreto de la eternidad, y nos da "su día" como un regalo siempre nuevo de su amor. El redescubrimiento de este día es una gracia que debemos implorar, no solo para que podamos vivir las demandas de la fe al máximo, sino también para que podamos responder concretamente a los anhelos humanos más profundos. El tiempo dado a Cristo nunca es tiempo perdido, sino más bien tiempo ganado, de modo que nuestras relaciones y de hecho toda nuestra vida pueden volverse más profundamente humanas ".

Fielmente, 

El p. Baker

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